25 agosto 2010

Despedidas








No soy yo muy de despedidas. Siempre estoy de aquí para allí, sin implicarme en nada (ni en nadie, todo sea dicho) de manera profunda y así las despedidas son más fáciles. No es que me dé por llorar y patalear –"no soy yo de dar escándalos", que diría la otra–. No. Prefiero salir entre la segunda y tercera bambalina de la izquierda, haciendo mutis por el foro o, como se ha dado en llamar, haciendo "la trece-catorce", "la ocho-trece" o, mucho más pontés, "haciendo la ele". Son antológicas las huidas de festivales, verbenas o antros en las que soy el protagonista. Si algo no te llena, ¿para qué lo vas a alargar? Pues eso.

Total, que hay pocas cosas a las que me entregue sin mayor reparo y por completo. Pocas, pero buenas.

Una: comer. Comer bien, de menú del día y en bar de carretera andaluza, con cubiertos magefesa inox y mantel de cuadros... de papel. Sopa de picadillo de primero, carne con tomate de segundo, arroz con leche de postre. Luego despendolarme y pedir un cortado, aunque no entre en el menú y pagar el euro extra como si estuviera comprando el cielo. Me encanta.

Dos: escuchar la novena de Beethoven, la segunda de Sibelius, la tercera de Brahms. Cuando entra la tercera voz en la fuga del movimiento final de la novena y luego estalla la orquesta con el tutti de la 'Oda a la alegría' (podéis escucharlo aquí, exactamente en el minuto 5:03). Cuando empieza el tema de cuerda que precede a la conversación de metales y maderas del final del primer movimiento de la segunda de Sibelius (pasad al 6:04 en este enlace de Spotify). Los pelos como escarpias, la piel de gallina, las patas colgando.

Tres: bajarme los capítulos de series americanas y verlos a las pocas horas de su estreno. Con 'Perdidos' me pasó un ratito, unos meses, pero acabé bastante harto. Vi el último capítulo y ni siquiera me dio pena. Podríamos decir que nos hizo la ele mayúscula y me dio bastante igual. En cambio, con 'Brothers and sisters' y los de 'El mentalista' y, llegado el momento, los de 'Glee', si salen buenos (igual que los melones), son cosa fina.

Y cuatro, y definitivo: escuchar cada lunes (o martes) el podcast del programa La transversal, un programa de RNE que está a punto de desaparecer. Sólo queda uno, el del próximo domingo. La despedida a lo grande que todos esperamos.

No os quiero dar más detalles del programa. Será que estoy perezoso y que escribir en mi blog personal no es una de las cosas que me apasionan (¿os acordáis del chiste del ginecólogo que trabajaba donde otros disfrutaban?). Eso sí, os dejo tres enlaces de momentos increíblemente frescos (y minoritarios, por lo que se ve) que hemos vivido los transversales en los últimos años para que los escuchéis y entendáis de qué va la movida. Y por qué la vamos a echar tanto de menos.

1. El día en que el programa empezó con una entrevista telefónica intempestiva a Encarnita Polo.

2. El día en que Paco Tomás hizo una defensa de los raros y de Glee, todo en uno, en su editorial con el que empieza (empezaba) cada programa. "Si Glee se hubiese emitido cuando yo tenía 13 años, me habría ahorrado muchos quebraderos de cabeza". Diez segundos después, como bonus track impagable, una entrevista automatizada a Rosa Díez.

3. El mejor. Las risas más grandes que me eché en años. El día en que Paco y Chisca hicieron una crítica de la película Zorrita Martínez en la sección 'Carne de videoclub'.

La Transversal, el único programa que antes de quedarse a medias, se queda en pantis.

Descanse en paz.

1 comentario:

@carmenciti dijo...

aquí una oyente de La Transversal desolada. Me encanta ese programa (las aventuras de Enrique y Ana, Carne de videoclub, etc, etc, etc
El día en que lo descubrí fue una gratísima sorpresa.
Abrazos y espero volver a encontraros (o encontraos??).