30 enero 2009

Un tarrito de miel (para la boca del burro)



Estoy seguro de que todo el mundo ha leído, oído o visto noticias relativas a la supuesta ignorancia de las normas que aqueja a los conductores españoles. Todos los medios han picado el anzuelo y dado más importancia al dato llamativo que al dato importante. Dice con asepsia El Periódico de Catalunya que "El 96,5% de los conductores suspenderían el examen teórico", mientras los chicos tan majos de Telecinco, tan agoreros ellos como siempre, dicen que "Si eres conductor, suspendes el teórico seguro" y los de El Mundo de Pedro J. van más allá asegurando que "Los conductores españoles, un desastre".

El dato es, en teoría, demoledor: el 96,5% de los conductores españoles somos un peligro público porque suspenderíamos de nuevo el examen teórico de conducir si volviéramos a hacerlo. Es casi imposible no estar de acuerdo con él. Todos suspenderíamos de nuevo porque las autoescuelas no nos preparan para saber conducir, sino para aprobar el examen. Del mismo modo, estoy seguro de que el 100% de los españoles que cursó COU suspendería al cabo de algunos años un examen donde se pregunte por el idealismo de Kant, las alianzas y los ejes de la Primera Guerra Mundial o el análisis sintáctico de una oración subordinada. Es lógico: todos hemos estudiado estos contenidos sólo para aprobar un examen, no para incorporar esos conocimientos al conjunto de saber instrumental que utilizamos en nuestro día a día.

Y aun así, no es la demagogia del dato (22 millones de potenciales sujetos peligrosos al volante) lo que me preocupa. La mente reduccionista de la mayoría de los periodistas y medios que se han hecho eco de la noticia, centradas como siempre en el dato númerico o el porcentaje desde donde poder contar su película, ha pasado por alto quién ha hecho el estudio y la razón por la que ha salido a la luz la supuesta mala educación vial española: la crisis está motivando un descenso en el número de alumnos de las autoescuelas y éstas, preocupadas como siempre por la seguridad vial, proponen que "aquellos que quieran renovar el carné de conducir, y hayan perdido los conocimientos teóricos necesarios, deberían tener que asistir obligatoriamente a cursos de reciclaje", en palabras de José Miguel Báez, presidente de la Confederación Nacional de Autoescuelas, el organismo que ha patrocinado el estudio (podéis ver la nota de prensa plagada de datos bañados en miel que ha encantado a los burros en la web de este cártel, apartado 'Prensa').

El negocio se reduce y para salvar los muebles hay que crear un clima de preocupación que, si la jugada sale bien, lleve al gobierno a emprender medidas de reeducación vial, jugosas sin duda para los empresarios del sector. Según el plan de comunicación de la CNAE, debemos creer que son los empresarios de autoescuela quien tiene la llave para salvar a la población española y curarla de ese cáncer de irresponsabilidad al volante que la aqueja. No importa que sea la DGT y la propia población quien haya hecho posible reducir desde más de 5.000 a la mitad las cifras de muertos cada año. Ni pensar en implantar asignaturas de seguridad vial en las escuelas e institutos públicos. La solución debe ser, sin duda, volver a la autoescuela cada diez años y gastarnos miles de euros en aprender contenidos sólo para aprobar un examen. Con un par (de fallos).

17 enero 2009

Terrorismo

Los odiaba.
Creía realmente que eran un cáncer
y asentía cuando el presidente
aplastaba aquellos insectos delante del micrófono.
Todo iba mal por su culpa.
Ella misma habría querido hacerlo,
aplastarlos con la escoba
o ahogarlos con la cisterna del váter.
Por eso invocó a Dios delante del noticiero
cuando aquel miliciano palestino le pareció tan hermoso.


El poema "Terrorismo" es uno de los poemas originalmente publicados en gallego en el libro Ningún cisne, de 1989. La traducción es mía. Todo lo demás es, cómo no, del gran Manuel Rivas. 


Y diecinueve años después: 



Los espectadores de esta televisión, como la gran mayoría de israelíes manipulados, estarán tan llenos de odio contra los terroristas que desean aplastarlos con la escoba y ahogarlos con la cisterna del váter. De pronto, se encuentran con la verdad de un médico que ya no puede llamarse padre. 

La verdad les hará libres. Que esa verdad llegue, cuanto antes, a sus ojos.